Estamos estresados ¿realmente lo estamos?


Últimamente la palabra 'estrés' ronda nuestros oídos. Muchas personas la utilizan para expresar sus angustias mientras que otros la utilizan como un pedido de ayuda. Pero... todos quienes dicen estar estresados ¿lo están realmente?



En psicología, se dice que una persona esta estresada cuando percibe que las demandas de su entorno o los retos que se ha impuesto superan sus capacidades para afrontarlos con cierto nivel de éxito. Y sin dudas, esta situación pone en peligro su estabilidad emocional.

Si miramos bien esta perspectiva podremos comprender que realmente muchas de las situaciones que calificaríamos como estresantes, no lo son en realidad. Es decir, podríamos calificarlas como pesadas, laboriosas, indeseadas o agobiantes pero no estresantes.


El distrés y el eustrés

De hecho, en la Psicología se ha realizado una división del estrés en dos grandes tipologías: el distrés y el eustrés. El distrés es el aspecto negativo del estrés, cuando sentimos que no podemos hacerle frente a determinada situación ya que estamos desbordados por sus demandas.

En cambio, el eustrés sería el estrés positivo, es decir, aquel que nos permite adaptarnos a los cambios y reaccionar rápidamente y con mayor fuerza ante los problemas y peligros que debemos enfrentar. Sería una especie de actitud innata de lucha o defensa que hemos adquirido de nuestros lejanos antepasados y que no solo ha ayudado a perpetuar la especie sino que nos permite dar el máximo de nosotros mismos en determinadas situaciones.

Un ejemplo, numerosas investigaciones han determinado que somos más eficientes cuando tenemos fechas límites. Esto sucede porque percibimos una amenaza del medio y nos activamos para responder ante ella. En nuestro cerebro tienen lugar una serie de cambios que nos permiten estar más alertas y vemos con muchísima más claridad las cosas. Este estado de excitación positiva se denomina eustrés y nos permite quedarnos trabajando hasta tarde en la noche sin sentirnos cansados sino dando el máximo de nosotros mismos. Normalmente, una vez que hemos terminado la tarea, pasamos a nuestro estado normal y nos desconectamos de la situación sin mayores contratiempos.

No obstante, cuando el eustrés se mantiene a lo largo del tiempo puede dar lugar al distrés y aparecen consecuencias negativas para nuestra salud. Tanto es así que se afirma que el 75% de las consultas médicas que se realizan tienen como causa directa o indirecta el estrés.

El hecho de que pasemos días, semanas e incluso meses en este estado de excitación permanente termina minando nuestras defensas, tanto en el orden psíquico como físico. No solo comenzamos a manifestar insomnio, irritabilidad, depresión, ansiedad, sentimientos de desesperanza y pérdida de control así como problemas de memoria y atención sino que podemos experimentar presión alta, aumento de la frecuencia cardiaca, irritación gástrica, disminución de las defensas naturales del organismo y un incremento de la liberación de triglicéridos y colesterol en plasma.

Para comprender el mecanismo del estrés basta con imaginar una motor que funciona a más del máximo de su capacidad. Puede ser que los primeros días resista pero tarde o temprano comenzará a presentar fallas hasta que llega el punto en que se rompe.

Sin embargo, el principal problema no es el distrés en sí mismo sino nuestra incapacidad para reconocer sus primeras señales y detenerlo a tiempo. Por ello es fundamental detectar cuáles son las causas que nos provocan estrés y trabajar en las mismas para eliminarlas de raíz.