Como aprendimos a percibir las cosas estéticamente bellas


Un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford halló una relación entre el temor de nuestros antepasados a los depredadores y la evaluación de la belleza que los humanos hacemos en la actualidad.
¿Qué tienen que ver una cosa con la otra?...
Hace millones de años, nuestros remotos antepasados que vivieron en el centro de África sentían gran temor por los depredadores que les acechaban, esto los hizo estar más alertas y desarrollar un "estado de contemplación", el mismo que hoy nos permite apreciar algo atractivo.



El equipo de científicos estudió la dinámica del cerebro en individuos al momento de observar algo estéticamente bonito. Los investigadores hallaron que en nuestra actividad cerebral, se accionan ciertas redes neuronales al advertir que algo nos gusta.

A esta conclusión llegaron, al examinar lo que sucedía en los cerebros de un grupo de 25 personas cuando se les mostraban diferentes fotografías, algunas bonitas y otras no; los investigadores describieron la apreciación de la belleza, como una modificación neuronal similar a cuando nuestro cerebro está en reposo y en un instante, algo nos llama la atención.


Cuando un participante de la prueba observaba una imagen que le resultaba bonita, tardaba en promedio medio segundo en activársele una red neuronal en su cerebro… es como si utilizara dicho sistema únicamente para observar la estética de la belleza, sin siquiera cuestionar lo que estaba mirando.


Del miedo a la admiración por la estética

En este punto nos deberíamos preguntar porque nuestras neuronas funcionan de esta manera.
Los científicos están convencidos que esta activación cerebral tiene sus orígenes hace algunos millones de años, con los primeros humanos que poblaron la tierra.

Esas personas vivían en un estado de alerta casi constante por los peligros a los que debían hacer frente, desde los ataques de depredadores hasta el riesgo de la caza para aprovisionarse de alimentos.

Los científicos llaman a este proceso "atención flotante" que es el estado de "cuasi alerta" que le permite a nuestro cerebro mantenerse en un estado de relajamiento, pero con la posibilidad de reactivarse rápidamente ante un impulso que lo ponga en alerta.


Para finalizar

Este mismo mecanismo, que en principio habría sido muy útil para activar procesos mentales, imprescindibles para sobrevivir y conservar la vida, posteriormente se acabó utilizando para valorar espacios armoniosos que se aparecían delante de la ‘mente divagadora’ y que, espontáneamente se percataba de ellos… por ejemplo un paisaje bonito.

No en vano los seres humanos, más aún los que viven en ciudades, tienen un particular gusto por los "espacios verdes", parques, plazas, jardines, etc.
Quizás esos pequeños ambientes naturales, activan recuerdos en nuestra 'memoria genética' de los lugares donde los seres humanos empezamos a distinguir la belleza.