Algunas secuelas de la evolución humana en nuestro cuerpo


A pesar de todo, nuestros cuerpos están lejos de ser perfectos, en parte se debe a la evolución de la especie humana.
Las diferencias entre nuestros ancestros que salieron del centro de África y los que vivimos en el mundo de hoy, son significativas. A raíz de esos cambios, los seres humanos tenemos algunas rarezas o imperfecciones que la naturaleza no ha logrado corregir.
Veamos algunas.



Hipo

Como sabemos, la vida surgió en el agua, los primeros peces anfibios respiraban por los pulmones cuando estaban en tierra y por las branquias cuando estaban en el agua. Para poder hacer esto tenían que ser capaces de cerrar la glotis, la entrada a los pulmones cuando estaban bajo el agua. Nosotros los descendientes de aquellos animales, quedamos con aquel vestigio, ahora imperfecto. El hipo nos surge cuando se nos cierra rápidamente la glotis. El hipo no cumple ninguna función, es solo un mecanismo que heredamos de aquella acción.
La razón por la cual no dejamos de tener hipo, es que todo el proceso está controlado por una parte de nuestro cerebro que evolucionó mucho antes que nuestra conciencia.


Enfermedades

Hace 1500 millones de años, surgió un organismo unicelular que daría vida a todas los seres vivos de la tierra, plantas y animales, nosotros incluidos.
Este ancestro fue resultado de una fusión, una célula fagocitó o devoró a otra. La célula depredadora se convirtió en el exterior y el núcleo de la nueva célula y la célula devorada se convirtió en la mitocondria, el órgano celular que produce energía.
La mayoría de las veces, esta antigua simbiosis actúa de forma amistosa, pero de vez en cuando, se produce una lucha entre la mitocondria y la célula circundante. El resultado son enfermedades tales como miopatías mitocondriales (una serie de enfermedades musculares) o la enfermedad de Leigh (que afecta al sistema nervioso central).


Dolores de espalda

Nuestros lejanos antepasados se desplazaban en cuatro patas, o sea, con la espalda en posición horizontal. Luego por razones antropológicas, un día nos pusimos de pié y comenzamos a caminar con las patas de atrás. Estar de pie ofrecía muchas ventajas, entre otras, ver más lejos para poder buscar presas para cazar o depredadores de los cuales ocultarse, también liberamos las manos para hacer otro tipo de tareas. Pero a todo esto y debido al peso, nuestra columna vertebral no acostumbrada a soportar tanta carga, se arqueó y quedó en forma de "S", el resultado de ello son (sobre todo después de cierta edad) los molestos dolores de espalda, crónicos en algunas personas.


Hernias

Una vez que nos pusimos de pie, nuestros intestinos quedaron colgando en lugar de estar asentados en los músculos del estómago. En la nueva posición, las tripas se asentaron sobre una mezcolanza de partes internas, incluyendo por ejemplo en los hombres, las cavidades de la pared por la cual el escroto y sus nervios descienden durante el primer año de vida. De vez en cuando, los intestinos encuentran su camino a través de estos agujeros y esto produce, con el paso de los años, lo que se conoce como hernia inguinal.


Atragantarse

En la mayoría de los animales, la tráquea (paso para el aire) y el esófago (paso para los alimentos) están orientados de tal manera que el esófago está por debajo de la tráquea.
En la garganta de un gato por ejemplo, los dos tubos están mas o menos en forma horizontal y paralelos entre si antes de dirigirse al estómago y a los pulmones respectivamente. De esta forma, la gravedad tiende a empujar la comida hacia el esófago. Esto no es así en los seres humanos.
Las modificaciones que sufrimos cuando empezamos a hablar, empujaron a la tráquea y el esófago más abajo de la garganta. Al mismo tiempo, la postura erguida puso a la tráquea y el esófago en una orientación casi vertical.
Es por ello que estos cambios hicieron posible que pueda caer agua o alimentos por el tubo equivocado, como consecuencia, en aquellos momentos en los que la epiglotis no tiene tiempo para cubrir la tráquea, nos ahogamos.


Sentir frío

La piel con abundante pelo esta omnipresente en prácticamente todos los mamíferos. En nuestro caso, perdimos esta capa protectora cuando vivíamos en el centro de África, en un ambiente tropical. ¿Por qué sucedió esto? La explicación más plausible, es que cuando los humanos comenzaron a vivir en grupos, los pelos se llenaron de garrapatas y piojos, esto trajo consigo enfermedades parasitarias. Las personas con menos pelos, tenían menos probabilidades de contraer este tipo de enfermedades, la selección natural de la especie hizo el resto.
Estar sin pelo en África no era tan malo, pero una vez que las migraciones humanas se trasladaron a zonas no tropicales, allí surgieron los inconvenientes.


Piel erizada

Cuando nuestros antepasados estaban cubiertos de pelos, unos diminutos músculos de la piel llamados "erector pili" al sentir frío se contraían para levantar nuestros pelos y así protegernos mejor de las bajas temperaturas. Es el mismo mecanismo por el cual se ponen rígidas las plumas de las aves y los pelos de los mamíferos, para mantener el calor.
A pesar de que ya no tenemos una espesa capa de pelos, este mecanismo sigue funcionando igual que siempre, y al hacerlo nos queda la "piel de gallina" que hacen que nuestro escaso y fino pelo se coloque de punta, inútilmente.


Cerebros más grandes, dientes apretados

Una mutación genética en nuestros antepasados ha causado que tengamos cráneos más amplios para alojar cerebros más grandes.
El gen que dio paso a un cerebro más grande lo hizo mediante una desviación ósea, esto provocó que nuestras mandíbulas se achicaran. Debido a que nuestros dientes siguen conservando más o menos el mismo tamaño, ya no hay lugar para todos ellos en la boca.
Las muelas del juicio son una prueba de ello, se cree que estas muelas están en un proceso evolutivo de desaparición.


Obesidad

Evolutivamente hablando, la obesidad es algo muy reciente. El hambre se desarrolló como un disparador que nos lleva a buscar comida. Nuestras papilas gustativas se desarrollaron para animarnos a elegir los alimentos que benefician a nuestro cuerpo (sobre todo alimentos con alto contenido calóricos, grasas por ejemplo) y evitar los que podrían ser tóxicos.
En el mundo de hoy, gran parte del mundo moderno tiene un acceso casi ilimitado a la comida, esto unido con que nuestras papilas le siguen pidiendo alimentos a nuestro cerebro, hacen que nuestros cuerpos reciban más calorías de la que debería consumir.



Para terminar...

Ni siquiera hemos mencionado a los pezones masculinos, ni hemos dicho nada de los músculos para mover las orejas, quizás quede para otra oportunidad.
Estamos llenos del bagaje acumulado de nuestra historia como especie.
El cuerpo está construido sobre una antigua forma, a partir de piezas que alguna vez hicieron cosas muy diferentes.
Cada vez que te sientas, lo haces sobre el cóccix, el hueso que una vez fue un rabo. Después de todo, es increíble lo que la evolución ha hecho con retazos.
Tampoco estamos solos en esto, cada planta y animal arrastra sus propias consecuencias de la evolución.