Hipocampo e inteligencia espacial


En el año 2000, una investigación halló que los taxistas de Londres tenían un hipocampo más grande de lo normal, esto fue vinculado a su capacidad para recordar y conducir por las 25 mil calles de la ciudad.



Once años después, en un estudio de seguimiento, se quiso determinar si la experiencia de conducir por el complejo sistema de calles londinenses provocó los cambios en el tamaño del hipocampo, o si por el contrario, sólo las personas con un hipocampo más grande que la media eran capaces de convertirse en taxistas profesionales.

Los resultados del nuevo estudio determinaron que el aprendizaje y la práctica en la conducción de un taxi, de hecho provocan cambios en el tamaño del hipocampo. Pero esto era sólo la mitad de la historia, los cambios estructurales en el tamaño del hipocampo también estaban vinculados a una alteración en términos de conectividad, o sea, a la capacidad del hipocampo para comunicarse y sincronizarse con otras regiones del cerebro.

Finalmente en octubre de 2015, una investigación neurocientífica halló de qué manera el entrenamiento en tres dimensiones cambia el tejido cerebral y mejora la forma en que dicho tejido se comunica con otras áreas del cerebro involucradas en la inteligencia espacial.


La inteligencia espacial está relacionada con la capacidad que tiene una persona para procesar información en tres dimensiones. Dicha inteligencia está vinculada con la idoneidad del individuo frente a aspectos como líneas, figuras, colores, espacios y la relación que existe entre ellos.

Este descubrimiento estableció una relación entre el tamaño del hipocampo y las alteraciones en la conectividad que ocurren en el cerebro mientras se produce un aprendizaje espacial.
En el estudio se aclara que los cambios en el cerebro vinculados al aprendizaje espacial dependen de cómo la actividad neuronal sincroniza la comunicación entre el hipocampo y otras regiones del cerebro necesarias para esta tarea.


El hipocampo en acción

Una de las pruebas de la investigación consistió en hacer manejar un simulador de conducción a un grupo de personas adultas sin experiencia en este tipo de tecnologías.
Durante 45 minutos, algunos de los participantes debieron conducir un vehículo virtual 20 veces por el mismo itinerario. Mientras tanto, otro grupo debió conducir la misma cantidad de tiempo, pero por 20 recorridos diferentes.

Antes y después de cada sesión, el cerebro de cada participante fue escaneado por dos técnicas diferentes, una llamada 'imágenes ponderadas por tensor de difusión' que mide el movimiento de moléculas de agua en el cerebro. La otra técnica fue la de imágenes de resonancia magnética funcional.

Sólo el grupo que practicó el mismo trayecto mostró repetidamente cambios estructurales del cerebro, especialmente en el área de aprendizaje espacial del hipocampo llamada 'giro dentado'.
El otro hallazgo importante es que los individuos que incrementaron su aprendizaje espacial, también mostraron mejoras en la sincronización de la actividad entre el hipocampo y otras áreas del cerebro responsables de la cognición espacial.

Todo lleva a indicar que los cambios en el hipocampo, aunque estos sean minúsculos, son acompañados por rápidos cambios en la forma en que dicha estructura se comunica con el resto del cerebro.

Varias investigaciones ya han analizado los crecientes beneficios que otorgan el ejercicio físico, la salud mental y la función cognitiva para facilitar la conectividad entre distintas regiones del cerebro. Este último estudio mejora nuestra comprensión acerca de la relación crítica entre los cambios estructurales y funcionales del cerebro y el proceso de aprendizaje en los seres humanos.


Referencias:
http://www.cell.com/current-biology/abstract/S0960-9822(11)01267-X
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1053811915009167



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