Comportamientos, rasgos y genes


El debate de si determinados rasgos como la inteligencia y la personalidad son innatos o aprendidos lo podemos ver desde la época de los antiguos filósofos griegos.


Comportamientos, rasgos y genes

Por ejemplo, Platón creía que el conocimiento ya estaba dentro del cuerpo y que sólo se tenía que mirar en nuestro interior para encontrarlo. Aristóteles, en cambio, pensaba que nacemos como hojas en blanco y la experiencia va haciendo su trabajo.

Con el desarrollo del campo de la genética hubo un renovado interés en la naturaleza humana. Por ejemplo, el lingüista Noam Chomsky fue capaz de demostrar que la teoría de Aristóteles no podía funcionar para el lenguaje. Es decir, no aprendemos a hablar de la nada, sino que utilizamos un sistema innato.

Chomsky propuso que ya estamos equipados con ciertos conocimientos para la lengua, lo que llamó 'gramática universal'. Y que sólo hacía falta la exposición a cualquier idioma para desarrollarla.
Por ejemplo, se denomina al gen FOXP2 "el gen del lenguaje", en base a investigaciones de una familia numerosa con trastornos en el habla.

De acuerdo con esta teoría, una mutación del gen FOXP2, hace unos 50 mil años, transformó a los cerebros humanos en los motores del procesamiento de la sintaxis, después de lo cual y pasadas algunas generaciones, el lenguaje surgió.

De esta forma, se empieza a reconocer que hay otros mecanismos suficientemente poderosos que vinculan a los genes con determinados rasgos del ser humano.


Las tres leyes del comportamiento genético

En la actualidad existe abundante evidencia de estudios genéticos entre hermanos, gemelos, hijos adoptados y otras relaciones familiares, que nos permiten afirmar la existencia de tres leyes de conducta genética:

1.) Todos los rasgos de comportamiento humano se ven afectados por la variación genética. Los niños se parecen a sus padres en la inteligencia, personalidad, susceptibilidad a distintos trastornos psicológicos, y así sucesivamente.

2.) El ambiente del hogar no tiene tanto efecto como los genes. Esto quiere decir que, por ejemplo, niños adoptados se parecen más a sus padres biológicos que a los adoptivos en algunas pautas psicológicas.

3.) Una cantidad considerable de variaciones en patrones de comportamientos no se pueden explicar ya sea, sólo por genes o sólo por el entorno. En estos casos, seguramente existan complejas interacciones entre los genes y el medio ambiente.

En una reciente edición de la revista 'Psychological Science' un equipo de investigadores propuso una "cuarta ley de comportamiento genético":

4.) Cualquier rasgo de comportamiento se asocia con muchos genes diferentes, es decir, no hay un gen que haga todo el trabajo, sino más bien, muchos genes hacen pequeños aportes.

Estas cuatro leyes nos vienen a decir que la diversidad de comportamientos y procesos mentales (personalidad, inteligencia, lenguaje, por nombrar algunos) ha sido construida gradualmente a medida que el genoma humano se fue ajustando, durante muchas generaciones.



Comportamientos poco inteligentes


Según un nuevo estudio de la revista "Intelligence", básicamente existen tres grandes categorías de comportamientos que se pueden considerar poco inteligentes o tontos.


Comportamientos poco inteligentes

Cuando pensamos acerca de comportamientos tontos, una de las primeras cosas que se nos vienen a la mente es abstenernos de llevar a cabo tareas riesgosas para las que carecemos de conocimientos o habilidades adecuadas.

Para estudiar estas cuestiones empíricamente, se analizaron ejemplos de la vida real.
Un grupo expertos en comportamiento social de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y de la Universidad de Psicología Elte (Hungría) recopilaron historias de noticias a través de Internet que contenían reseñas de comportamientos en las cuales alguna persona no tuvo una actuación muy inteligente que digamos, más bien un comportamiento digno de un tonto con mayúsculas. Los medios elegidos fueron desde el New York Times o la BBC hasta sitios de chismes como TMZ, entre otros. También solicitaron a un grupo de 30 estudiantes universitarios que relataran algún incidente que hubiesen presenciado u oído, en el cual una persona haya actuado estúpidamente.
Al final, los investigadores terminaron reuniendo más de 180 historias.

Dichas historias fueron resumidas en, más o menos, dos o tres frases largas cada una, haciendo una descripción lo más exacta posible de los hechos.
Posteriormente, las historias fueron mostradas a 154 estudiantes de psicología, los cuales debían calificar la magnitud de la estupidez cometida y también calificar sobre 30 factores potenciales (tales como exceso de confianza, motivos, emociones, etc.) como culpables principales del hecho.

Después de analizar los resultados, los investigadores dedujeron que hay tres categorías principales en que las personas consideran que una acción determinada es una estupidez o una tontería:

1.) Confianza ignorante: es cuando las personas se involucran en acciones de riesgo para las que carecen de habilidades o conocimientos previos. La mezcla de ignorancia y confianza parece ser la que más capta nuestra atención, ya que estas acciones fueron las que recibieron las calificaciones más altas por parte de los estudiantes. En esta categoría la historia que obtuvo más votos fue la de un ladrón que pensaba que estaba robando un teléfono móvil, cuando en realidad estaba robando un dispositivo de localización por GPS, lo que permitió a la policía dar rápidamente con el desdichado maleante.

2.) Falta de control: ocurre cuando una persona pierde el dominio de si misma, generalmente como resultado de un comportamiento obsesivo o adictivo. Esta categoría fue la segunda en puntaje y la historia mejor calificada fue la de un individuo que canceló una importante entrevista laboral porque no podía parar de jugar a un videojuego.

3.) Distracción - falta de práctica: se refiere a casos en los que una persona no concluye de buena manera una tarea práctica, ya sea por distracción o falta de habilidad para dicho trabajo. La historia más votada de esta categoría se refiere a un individuo que voló tres metros por inflar demasiado un neumático y este estallara. En términos de calificaciones, los estudiantes fueron más compasivos con este tipo de actos.

Las acciones tontas no sólo son una conducta cotidiana frecuente, sino que también son un espejo para las expectativas racionales de comportamiento en que las personas ajustan sus propias pautas de conducta y que también esperan de los demás.

Como era de suponer, los estudiantes calificaron los hechos como "más estúpidos" cuando las consecuencias fueron más graves y, sobretodo, cuando el autor se encontraba en una posición de mayor responsabilidad. Este último punto está en concordancia en por qué los expertos y personas en posiciones de liderazgo reciben mayores descalificativos cuando cometen una acción poco inteligente.


Referencia: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0160289615001233



La ilusión de Cornsweet o cómo el idioma da forma al entorno


Al mirar a nuestro alrededor vemos un mundo lleno de objetos y eventos, al añadir a esta mezcla colores, olores, sonidos, sabores o sensaciones, pensamos que estamos experimentado el mundo tal como es. Pero no, lo que estamos experimentando es una realidad virtual construida dentro de nuestros cerebros.


ilusión de Cornsweet

La luz entra en nuestros ojos, el sonido llega a nuestros oídos y el cerebro crea una experiencia consciente de lo que, más o menos, es la realidad. Pero nuestro cerebro no es sólo un receptor de datos, sino que está haciendo constantemente predicciones sobre la información que recibe. De hecho, hace caso omiso a mucha de la información que recibe de los sentidos, especialmente en situaciones en que no coincide con la información almacenada.

Un ejemplo de ello es la ilusión Cornsweet (imágen). El cuadrado superior de la imagen parece ser más oscuro que el inferior. Pero si usted coloca el dedo entre medio de los dos cuadrados, puede verificar que, en realidad, son del mismo color.

Ahora que sabe que los dos cuadrados son del mismo color, usted podría creer que la aparente diferencia desaparecería cuando se quita el dedo, pero no. El cerebro obstinadamente vuelve a la interpretación original ¿Por qué ocurre esto?
La razón es porque toda su vida el cerebro ha estado lidiando con patrones de iluminación y sombreado. Si ambos cuadrados son del mismo color, entonces el cuadrado superior parece ser más oscuro porque está en la zona de más luz. Del mismo modo, el inferior debería ser más claro, ya que está en la sombra.
Esta es la manera en que el cerebro lee, es decir, nos muestra lo que especula que debe ser, no lo que le realmente es.

La mayoría de las ilusiones visuales que se encuentran en internet, se pueden explicar en términos de percepción "de arriba hacia abajo" (procesos que están guiados por nuestras creencias y conocimientos) en que el cerebro experimenta el mundo como espera que sea. En cambio en la percepción "de abajo hacia arriba" (procesos guiados por información sensitiva proveniente del entorno físico) el cerebro representa la información sensorial más fielmente.

La ciencia sabe acerca de estos procesos desde hace más de cien años. Pero este tipo de percepción no se limita sólo a procesamientos como el de la iluminación y el sombreado. En realidad, son métodos por defecto que tiene el cerebro para relacionarse con el mundo.

Imagínese caminando por su casa en la oscuridad, lo puede hacer porque su experiencia le ayudará, ya que el cerebro está seguro de sus expectativas. En cambio, cuando ocurre lo contrario, por ejemplo, cuando conduce por un lugar desconocido, en este caso dependerá mucho más de la percepción de "abajo hacia arriba".

Este juego entre percepción y predicción influye en todo tipo de experiencias cotidianas y también desarrolla un papel importante en nuestras relaciones interpersonales. Estamos constantemente haciendo predicciones sobre lo que otras personas digan o hagan, sólo que ni siquiera lo notamos, a no ser que alguien se comporte contrario a nuestras expectativas y nos llame la atención.


Percepción y lenguaje

En el caso del lenguaje, el idioma que hablamos también crea expectativas que influyen en nuestra percepción del mundo en general. Esto se debe a que no nos limitamos a utilizar el lenguaje para comunicarnos con los demás, lo usamos también para pensar acerca de nosotros mismos.
Desde principios del siglo XX, la ciencia debate si la lengua que hablamos puede influir en la forma que percibimos el mundo. Por ejemplo, diferentes idiomas dividen el espectro de colores de forma algo desigual. Para lo que un hispanohablante es celeste para un angloparlante puede ser azul. Otro caso son los japoneses, que perciben algunos tonos de verde como azul.
Muchos científicos toman esto como evidencia de que los diferentes idiomas influyen de forma distinta en los procesos perceptivos que hemos estado hablando anteriormente.

Mientras vemos a la percepción principalmente como un proceso de "abajo hacia arriba" (por la información mayoritaria que fluye de ojos y oídos hacia el cerebro). En el caso del lenguaje es difícil imaginar de qué manera podría ejercer dicha influencia.
Cada idioma moldea el mundo un poco diferente. Por tanto, cada lengua da a sus hablantes una particular visión del mundo que le rodea, que no va a ser exactamente la misma para quienes hablan otro idioma. Esto se puede observar claramente cuando aprendemos otro idioma o cultura, nuestra visión del mundo cambia también, incluso nuestra personalidad puede cambiar.
Esto quiere decir que, en cierto modo, vemos el mundo de acuerdo con el marco que nuestra lengua nos impone.



La ciencia de regalar


Comenzando por el 'Black Friday' y el 'Cyber Monday' hasta la llegada de los Reyes Magos, sin dudas que esta es la época del año que más obsequios se hacen.


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Obviamente, también es la parte del año en la que más opciones y ofertas de comprar regalos se nos presentan. Por tanto, es un momento al que a mucha gente le surgen algunos interrogantes. ¿Cómo es que decidimos a quién y qué regalar, y a quién no?
Algunas investigaciones recientes han estudiado determinados factores, unos más evidentes que otros, sobre las decisiones a la hora de hacer un obsequio. Veamos tres de estos estudios.


1.) Regalos y destinatarios

Sin dudas que los obsequios reflejan la relación entre quien regala y quien recibe el obsequio. Una investigación realizada en Noruega, en época de Navidades, con un grupo de 90 individuos de entre 18 y 40 años de ambos sexos, evidenció esta tendencia. Los resultados revelaron que los participantes invirtieron más en regalos cuando el grado de parentesco era más cercano.
Casi todas las personas de la muestra hicieron regalos a sus padres, hermanos e hijos, un buen número también lo hizo con sus abuelos. Pero solo un 28% realizó obsequios a tíos y tías genéticamente relacionados, y menos aún a tíos y tías sin relación genética, en este caso fue el 16%. El 20% hizo regalos a sus primos hermanos y ninguno a sus primos segundos.
Los investigadores manifiestan que este comportamiento reafirma la teoría de selección de parentesco, que sostiene que los familiares y parientes de sangre, en caso de necesidad, son más propensos a ayudar, en comparación con aquellos parientes con los cuales no se comparten perfiles genéticos.
Sin embargo, hubo una excepción, las parejas superaron a todos los destinatarios de regalos. Los autores afirman que esto era de esperar, ya que todos los participantes estaban en sus años reproductivos.


2.) Hijos primogénitos gastan más

El hijo mayor, en promedio, gasta más dinero en regalos para sus padres y abuelos, que los hijos nacidos después. En el estudio noruego mencionado anteriormente, los participantes que eran hijos primogénitos también habían invertido más dinero en regalos para sus padres que sus hermanos menores.
Los investigadores interpretan que esta pauta de conducta guarda estrecha relación con el orden de nacimiento, se aduce que los primogénitos se identifican más fuertemente con los padres y demás figuras de autoridad. Esta filiación influye en el desarrollo de la personalidad de los hijos mayores, situación que parece reflejarse en las inversiones que estos hacen en los adultos.


3.) Las mujeres son más generosas con sus amistades

Las mujeres gastan más dinero en regalos para sus amigos/as que los hombres. Distintos estudios demuestran que el sexo femenino es más propenso a invertir en regalos para sus redes de amistades. ¿Qué podría explicar este comportamiento?
Desde una perspectiva evolutiva, en la antigüedad los sistemas sociales eran marcadamente patriarcales, lo que significaba que las mujeres debieron establecerse en las comunidades de sus maridos. Además de las migraciones de comunidad en comunidad, en donde las redes personales tenían que ser reconstruidas una y otra vez. Todo esto habría requerido que las mujeres invirtiesen más en relaciones sociales con personas sin parentesco sanguíneo.
En la actualidad, aquellas pautas de conducta pueden verse reflejadas en un comportamiento más social y en determinados hábitos más altruistas por parte de la mujer de hoy.



Cultura y causalidad: ¿por qué los malos hacen cosas malas?


Es cierto que nadie tiene una respuesta exacta a esta pregunta, ya que cada persona y circunstancia son únicas. Sin embargo, la mayoría de nosotros tiene sus teorías predilectas acerca de por qué las personas cometen hechos delictivos.


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Anders Breivik, el noruego que en julio de 2011 asesinó en la isla de Utoya a 77 personas, tiene que ser un desequilibrado mental, ¿verdad? Bernard Madoff, el autor del mayor fraude financiero de la historia, todos creemos que debe ser una persona profundamente codiciosa.
Sin embargo, nuestras teorías preferidas para acusar a alguien por un hecho delictivo dependen, en parte, del lugar donde nacimos.

Hace algunos años, Michael Peng, un psicólogo americano de ascendencia china, notó de que forma los medios estadounidenses y los medios chinos utilizaron lenguajes bastante diferentes para informar de dos casos violentos muy similares. Un empleado de una empresa en Estados Unidos fue despedido, una hora más tarde volvió a la compañía armado, mató de un disparo a su jefe, a varios de sus compañeros y luego se suicidó. Un estudiante chino fue reprobado en un examen, minutos más tarde volvió al instituto con un cuchillo, mató a su profesor y apuñaló a varios de sus compañeros, para posteriormente suicidarse.

Cuando los medios estadounidenses escribieron sobre el tiroteo, lo hicieron centrándose en que el asesino sería seguramente un individuo mentalmente perturbado. La prensa china sin embargo, se centró en el grado de aislamiento y las tensas relaciones que sufría el estudiante, ya que no se llevaba bien con algunas de sus víctimas.

Estas observaciones llevaron a Peng a realizar una serie de experimentos que demuestran que los occidentales y asiáticos, a menudo piensan de manera diferente acerca de la causalidad de determinados hechos.
Por ejemplo, los occidentales tienden a explicar los comportamientos en términos de presuntos rasgos de personalidad y demás cualidades internas del individuo. Los asiáticos, en cambio, tienden a explicar los comportamientos en términos de factores situacionales que son externos a la persona.


Algo así como si planteásemos la pregunta: ¿Por qué has ayudado a Juan? Un occidental respondería "debido a que Juan es una buena persona". En cambio un asiático podría responder "he ayudado a Juan porque estaba oscuro y no había nadie más para ayudarle".

Investigaciones posteriores revelaron un hallazgo aún más sorprendente: que las diferencias entre los occidentales y asiáticos llegan a la percepción de la causalidad también en la física. Por ejemplo, en un estudio se les solicitó a estudiantes ingleses y chinos observar los movimientos de una pequeña pelota que estaba dentro de un recipiente con líquido, posteriormente debían explicar los movimientos del balón. Los ingleses fueron más propensos a indicar que los movimientos de la esfera fueron causados por atributos propios del objeto (forma, densidad, material, etc.) En cambio, los chinos fueron más propensos a explicar dichos movimientos como resultado de factores externos a la pelota y más vinculados con el líquido, su viscosidad, movimiento, etc.

Un tiempo antes, el antropólogo John Miller había realizado una investigación de cómo las personas aprenden a explicar el comportamiento humano de una manera que es común a su cultura. Miller seleccionó, por un lado a un grupo de niños y adolescentes que recientemente habían llegado de la India a vivir a Estados Unidos. Por otro lado, un grupo de niños americanos hijos de padres también estadounidenses. A ambos grupos se les solicitó que explicasen por qué la gente a veces hace cosas malas y a veces hace cosas buenas.
Los niños más pequeños de ambos grupos dieron explicaciones muy similares, independientemente de su formación cultural. Los adolescentes, sin embargo, mostraron el mismo patrón que por lo general se observa en los adultos: los hindúes describieron los comportamientos en forma contextual y los estadounidenses en base a cualidades propias de los individuos.

Esto nos indica que, a veces, la explicación está en el ojo de quien mira, y no es raro que veamos lo que nuestra cultura nos ha enseñado a ver.



¿Es inevitable la disminución del deseo de las parejas en el largo plazo?


Dos investigadores de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), Boris Gorzalka y Heather Morton, realizaron un estudio sobre el aparentemente inevitable descenso del deseo y excitación en las parejas con el transcurso del tiempo. Veamos algunos resultados y cuales son las diferencias entre hombres y mujeres en este tema.


pareja

Dicha exploración informa que las mujeres heterosexuales registran un promedio de ocho parejas durante toda su vida, mientras que los hombres reportaron doce. Pero la encuesta también encontró que el 22% de las mujeres y el 14% de los hombres tienen una sola pareja en su vida.
Sin embargo, cuando se les preguntó a los participantes acerca de fantasear con alguien que no fuera su pareja actual, el 98% de los hombres y el 80% de las mujeres reconocieron tener tales fantasías.
Esta conclusión sugiere que una gran proporción de hombres y mujeres que tienen parejas estables, experimentan el deseo de tener relaciones con otras personas.


Excitación, reiteración y variación

Una de las pruebas del estudio consistió en mostrar a los participantes la misma película erótica repetidamente, y posteriormente ver un clip erótico diferente. Mientras esto ocurría, el grado de excitación era medido a través de imágenes de resonancia magnética.

En términos generales, la excitación de los hombres disminuye cuando se muestran los mismos estímulos eróticos una y otra vez, pero se vuelve a encender cuando cambian los actores, aunque la actividad erótica sea la misma. En cambio las mujeres tuvieron mayor excitación cuando los mismos actores participaban de diferentes actividades.

Los resultados del estudio nos dicen que, si bien ambos sexos son afines al interés por nuevas parejas, es el sexo masculino quien lleva la ventaja. ¿Por qué ocurre esto?
Si nos fijamos en la teoría evolutiva de la especie humana, el éxito genético del macho se basa en producir el mayor número de descendientes.
Se podría objetar que al día de hoy, en las sociedades modernas esto no tan así, es decir, el objetivo principal del hombre actual no es producir el máximo número de descendientes. Sin embargo, los humanos modernos han heredado los genes y las predisposiciones biológicas que llevaron a nuestros antepasados a cumplir con esta meta evolutiva.
Esto quiere decir que la excitación y el deseo han evolucionado para promover un mayor número de descendencia, y ante una pareja nueva, las perspectivas de dejar nuevos descendientes aumenta, por tanto, la excitación también aumenta en estas situaciones.

En el caso de las mujeres prima la "hipótesis de los buenos genes", que propone que los hombres son clasificados en términos de estrategias de apareamiento. Una estrategia de corto plazo incluiría a hombres de alta calidad genética, o sea, machos competitivos, dominantes y valientes. En cambio, en una estrategia de apareamiento de largo plazo se equilibra la calidad genética del hombre con el potencial para invertir en sus hijos, en este caso se busca compasión, bondad y laboriosidad.
Es decir, en una estrategia de largo plazo la mujer debe sacrificar buena calidad genética a cambio de mayor seguridad para su descendencia. Pero una vez afianzada esta estrategia, podría llevar a algunas mujeres a buscar mejor calidad genética.


Asuntos extramatrimoniales

Una de las evidencias más fuertes de la existencia de un deseo natural hacia nuevas parejas son las infidelidades.
En este sentido, el 26% de los hombres y 16% de las mujeres admitieron haber tenido relaciones por fuera de una relación formal. Además, el 86% de estas personas admitieron que las relaciones extramaritales eran 'satisfactorias' o 'muy satisfactorias'. Sin embargo, la investigación también revela que sólo el 38% de las mujeres y el 25% de los hombres informaron que la calidad de sus relaciones íntimas dentro del matrimonio eran 'bajas'.

Una investigación anterior reciente halló que tanto hombres como mujeres casados identificaron a la "excesiva familiaridad" como un factor primario que contribuye a la disminución del deseo, de hecho, la mayoría de ellos estaban seguros que su deseo volvería a subir con una nueva pareja. Este estudio está en concordancia con otra investigación que encontró que personas que tenían un muy bajo nivel de deseo con sus parejas, continuaban experimentando fuertes deseos hacia otras personas.

Los autores del estudio concluyen argumentando que la gran mayoría de las personas no parecen estar adaptadas a una relación de largo plazo. El dilema parece ser que esta situación produce, en ambos sexos, muchos beneficios prácticos. Aunque lleve consigo una inevitable disminución del deseo y excitación en los individuos.



Los niños y la importancia de las primeras mentiras


Mentir es un comportamiento bastante sofisticado, es decir, cuando le dices algo a alguien que sabes que no es cierto, primero necesitas comprender como piensa la otra persona, para hacerle creer que esa información es verídica.


juguete

Eso significa que para mentir, es necesario entender como piensan los demás. La ciencia ha estudiado esta capacidad de saber separar nuestros propios pensamientos y creencias de los pensamientos y creencias de los demás, y la ha llamado "Teoría de la Mente".


Niños y la Teoría de la Mente

En algunas jugueterías venden unas esponjas que tienen aspecto de piedras. La primera vez que observas estos objetos, quizás te parecerán piedras, pero si los tocas, sentirás claramente que son esponjas. De igual manera, si usted le muestra a un niño en edad preescolar este artículo, seguramente le dirá que es una piedra. Y si a continuación deja que juegue con él, se dará cuenta y posteriormente dirá que es una esponja.
El problema viene si le preguntas que creerá otra persona si le mostramos el objeto, el niño dirá que la otra persona creerá que es una esponja. Es decir, a esa edad, los niños todavía tienen problemas para distinguir que una persona que nunca ha visto el objeto antes, pueda creer otra cosa con respecto a lo que él cree.


Varias investigaciones han demostrado que en el caso de los niños pequeños, mientras no comprenden que los demás pueden pensar diferente a ellos, no mienten.

Con respecto a esto, un interesante experimento fue llevado a cabo en China con 60 niños en edad preescolar. La primera parte del estudio consistió en brindarles capacitación a la mitad de ellos sobre la Teoría de la Mente, es decir, tareas de apariencia-realidad y otras pruebas de apreciaciones falsas. Se les hizo entender que una persona podía creer una cosa, mientras que otra persona podía creer otra cosa.
Al resto de los niños (el grupo de control) se les dio capacitación sobre otras habilidades cognitivas no relacionadas con la "Teoría de la Mente".

Pasado este entrenamiento, se realizaron distintas pruebas en donde se incitaba encubiertamente a los niños a mentir. Aquellos niños que recibieron entrenamiento sobre la Teoría de la Mente, mintieron en el 60% de los ensayos, mientras que los niños del otro grupo solo mintieron el 10% de las veces.

Los autores del estudio realizaron pruebas de seguimiento al día siguiente y de nuevo 26 días más tarde. En ambas pruebas, los niños que aprendieron acerca de la Teoría de la Mente eran mucho más propensos a mentir que los que no recibieron ese entrenamiento.

Esta investigación muestra como una vez que los niños entienden que las otras personas pueden creer cosas diferentes de lo que ellos creen, usan esa información de manera estratégica, en ocasiones para tratar de engañar a los demás.

Por supuesto que la Teoría de la Mente tiene un montón de ventajas más allá de simplemente mentir. Por ejemplo, es imposible enseñar algo hasta que se sepa separar lo que uno sabe de lo que otras personas saben y pueden entender.
En definitiva, comenzar a mentir es una señal (y un efecto secundario) de una capacidad mental mucho más importante.


Referencia: http://pss.sagepub.com/content/26/11/1812.abstract



Ver con los oídos, escuchar con los ojos


Si bien dependemos tanto de la visión como de la audición para interactuar con nuestro medio ambiente, por lo general, se considera a la ceguera como una discapacidad mayor que la sordera.


sentidos

Cuando perdemos la audición, al menos podemos ver el mundo que nos rodea, además de aprender el lenguaje de señas o lectura de labios para comunicarnos. Y si bien la ceguera deja nuestra capacidad lingüística intacta, nuestra movilidad e independencia se ven afectadas en gran medida.

A pesar de ello, las personas ciegas de nacimiento no piensan en la ceguera como una discapacidad, al no tener memoria de la visión no entienden la ceguera como un impedimento y, de alguna forma, estas personas aprenden a "ver" con sus oídos.
Algunas investigaciones con técnicas modernas como las imágenes de resonancia magnética en individuos ciegos de nacimiento, han podido constatar que estas personas utilizan los sonidos del entorno para crear imágenes tridimensionales en sus cerebros, estas imágenes son ricas en formas y texturas. Incluso no sólo pueden percibir lo que está delante de ellos, sino también que lo que hay detrás, algo nada fácil para una persona con visión. Por tanto, para las personas con deficiencia visual, la audición cobra una relevancia crítica.

De igual forma, ante una deficiencia auditiva, será la visión quien dominará la experiencia consciente. La audición será relegada a un papel secundario, casi exclusivamente para supervisar las amenazas del entorno.
Sin embargo, las personas con pérdida auditiva severa necesitarán valerse de la visión, tanto para la atención enfocada como para la vigilancia del medio. Como resultado, los cerebros de las personas sordas con un solo golpe de vista procesan más información, que lo que una persona oyente puede hacer. Esta ampliación de la percepción visual tiene consecuencias inesperadas.

Es sabido que las tasas de alfabetización entre las personas sordas son mucho menores que el resto de la población. Esto es especialmente cierto para aquellos individuos cuya lengua materna es el lenguaje de señas. Después de todo, cualquier lengua, inglés, español, etc. es un lenguaje extraño para ellos, si se les pide leerlo sin dominarlo.
Sin embargo, alrededor del 5% de los adultos sordos son excelentes lectores, es más, lo hacen a una mayor velocidad que una persona oyente y con el mismo nivel de comprensión. ¿Por qué ocurre esto? Dado que las personas sordas desarrollan volúmenes más amplios de percepción visual, cada vez que miran algo o leen asimilan más información, como resultado de esto, pueden leer más rápido.


No experimentamos los sentidos individualmente, sino que nuestro cerebro los ensambla a todos para crear una experiencia consciente del mundo. De esta forma, lo que vemos puede influir sobre lo que oímos, la audición puede afectar la visión, y así con todos los sentidos.

Nuestra intuición nos dice que los sentidos son flujos separados de información. Vemos con los ojos, oímos con nuestros oídos, olemos con la nariz, etc.
En la actualidad, sin embargo, sabemos que el cerebro utiliza la información (muchas veces imperfecta) de cada sentido para generar una realidad que llamamos conciencia. Esa es la mejor conjetura que puede hacer nuestro cerebro sobre el mundo que nos rodea.



¿Por qué son aceptadas las desigualdades sociales?


Ni siquiera el reconocimiento de que la riqueza no ocurre exclusivamente sobre la base del esfuerzo y el talento, cambia la actitud de mucha gente acerca de las carencias de la estructura social en la que habita. Ellos perciben dicha estructura como justa y natural.



Si bien reconocemos que hay una gran desigualdad de ingresos en nuestras sociedades, muchas personas se muestran renuentes a redistribuirlos más equitativamente. Incluso en las clases medias se puede observar ampliamente este fenómeno. ¿Cuál es la explicación científica para que esto ocurra?

Dicha pregunta fue abordada en una interesante investigación publicada en le revista "Journal of Personality and Social Psychology".
Este estudio sugiere que desde una muy temprana edad, tendemos a explicar los comportamientos de los grupos en base a las características que sus integrantes tienen, más que en términos de las circunstancias sociales que actúan sobre ellos.
Este enfoque, de anteponer las características inherentes en lugar de fuerzas extrínsecas, lleva a las personas a aceptar que estos grupos merecen estar en la posición social en la que se encuentran.


El estudio

La investigación tuvo dos partes, en la primera se trabajó con niños de 4 a 8 años y en la segunda con adultos. En ambos casos se les dio una descripción de una supuesta sociedad, en la que había personas que tenían mucho dinero y otras que tenían muy poco. Luego se les dio dos explicaciones para ilustrar tal diferencia.
La primera explicación se centró en características inherentes, por ejemplo, las personas con dinero eran más inteligentes. La segunda explicación se basó en factores extrínsecos, por ejemplo, los individuos con mucho dinero habían ganado la lotería.
Los participantes, tanto niños como adultos, debían calificar que tan verosímiles eran para ellos estas explicaciones. También debían evaluar si pensaban que la situación era justa.

En ambos casos, niños y adultos, otorgaron calificaciones más altas a las explicaciones basadas en características intrínsecas, que a las basadas en factores externos. Además, a aquellos que opinaron que la situación era justa, se les solicitó una explicación de por qué lo era, en este caso, las personas tendieron a dar explicaciones referentes a factores inherentes, que a causas externas.

Curiosamente, estas diferencias funcionaron para los grupos, pero no a nivel individual. Es decir, cuando se les hablaba de individuos que tenían diferencias en algunas características (por ejemplo, en los ingresos), en este caso, existieron las mismas probabilidades de dar explicaciones sobre la base de factores inherentes o extrínsecos. Por tanto, este efecto parece funcionar sólo para presunciones grupales.

En definitiva, cuando observamos desigualdades entre distintos conjuntos de personas, asumimos que estas diferencias tienden a ser el resultado de las características propias de los grupos, en lugar de apuntar a factores circunstanciales o coyunturales. Como resultado, tendemos a pensar que esas diferencias son justas. Esta es una de las razones por la cual mucha gente a menudo no apoya ciertas políticas públicas que podrían ayudar a acortar tales diferencias.


Referencia: http://psycnet.apa.org/journals/psp/109/5/739/