Adicción vs placer


Las adicciones y el placer son generalmente percibidos como parte de una misma ecuación. La razón de esto es que las formas más comunes de adicción, como consumir drogas, beber alcohol, los juegos de azar, etc. son vistos a menudo como actividades placenteras. Esta conexión superficial ha conducido a la conclusión de que cualquier individuo que está profundamente impulsado a beber, a consumir drogas y así sucesivamente, lo hace por la búsqueda de placer. Lo que también lleva a pensar que los adictos son unos hedonistas inmorales que persiguen el placer personal sin importar el costo de quienes les rodean, o incluso el suyo propio.
Este concepto, por supuesto, es un error.


adicciones

La adicción no se trata de placer, a pesar de que, incluso, algunas personas que padecen una, crean que lo es. Muchos individuos que sufren de alcoholismo me han dicho que su consumo es fácil de explicar: simplemente les gusta el efecto del alcohol. Pero una simple reflexión muestra una discordancia con este razonamiento: a casi todo el mundo le gusta el efecto del alcohol. De hecho, a muchas personas les agrada esa sensación después de haber bebido algún trago, pero la mayoría no son alcohólicas. Por tanto, el placer de beber no puede ser la explicación del alcoholismo.
Sabiendo esto, hay una regla simple para tener en cuenta: si usted sólo bebe porque le gusta, entonces no es un alcohólico (estoy utilizando el alcoholismo como ejemplo, esta regla se aplica a todos los comportamientos adictivos).

Existe otra razón por la cual un comportamiento (y el placer derivado de este) no puede ser explicado desde la adicción. Pongamos al alcohol nuevamente como ejemplo, si el placer es la razón por la cual un alcohólico bebe, entonces debería detener su consumo (o moderarlo) una vez que le empiece a causar problemas, tal como detendría el consumo de ciertos alimentos una persona a la cual su médico le dice que tiene diabetes. Después de todo, quienes padecen una adicción no son intrínsecamente más autodestructivos que nadie. Es decir, sus vidas pueden ser arruinadas por la adicción, pero en otros aspectos son tan razonables y reflexivos como el resto de los mortales. Sin embargo, no pueden controlar el comportamiento adictivo. Es evidente que hay algo diferente y más profundo que el placer lo que les está motivando.

Los factores que impulsan una conducta adictiva son, de hecho, completamente diferentes a la búsqueda de placer. Los componentes detrás de una adicción están vinculados a la necesidad evolutiva de escapar, de salir de una trampa, de revertir sentimientos abrumadores de impotencia. Las adicciones alivian temporalmente estos sentimientos. Es por esto que las personas que tienen adicciones no tienen freno, a pesar del daño que hacen a otros y a sí mismos. Desde el punto de vista emocional están respondiendo a una unidad mucho más importante que la preocupación por un riesgo. A esto hay que sumarle las alteraciones neurológicas debido a los abusos que sufren los adictos de larga data.

Las adicciones son, en realidad, una forma muy común de tratar de hacer frente a sentimientos de impotencia intolerables. Cuando los mecanismos de supervivencia funcionan mal, tal como ocurre con una adicción, los llamamos síntomas. La adicción no es más ni menos que un síntoma psicológico, una manera de lidiar con un estado emocional difícil, al igual que con otros síntomas que todos tenemos. No tiene nada que ver con la búsqueda del placer.

Comprender esto podría servir de ayuda para poner fin al desprecio con que generalmente se trata a los adictos, y debería ayudar también a poner fin al desprecio con que los adictos, frecuentemente, se tratan a sí mismos.



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