La etapa más sensible para el aprendizaje no se termina en la infancia


Existe un consenso generalizado que si se desea maximizar el potencial intelectual de una persona en una determinada tarea, lo mejor es que comience de muy joven. De acuerdo con esta visión tradicional, la primera infancia ofrece un precioso "período sensible" para el aprendizaje que se va cerrando lentamente a medida que llegamos a la adolescencia. Se esgrime que esta es la razón por la que a los niños les resulta más fácil dominar el acento de una lengua extranjera. Esta visión, incluso, ha moldeado muchas políticas educativas.


aprendizaje

Pero, investigaciones en la última década han mostrado que el cerebro adolescente sigue siendo notablemente flexible, ya que experimenta profundos cambios anatómicos. Esta transformación es particularmente marcada en los lóbulos prefrontales y los lóbulos parietales, dos regiones que están involucradas en el pensamiento abstracto.
Esto quiere decir que los adolescentes pueden pasar por un segundo período sensible, en el que son particularmente receptivos a ciertos tipos de estimulación intelectual. Incluso una reciente investigación de la Universidad College de Londres muestra que la capacidad de aprender ciertos tipos de habilidades analíticas no disminuye después de la infancia, sino que en realidad aumenta a través de la adolescencia y en la edad adulta temprana.


La investigación

El equipo, encabezado por Lisa Knoll, reclutó a más de 600 participantes de 11 a 33 años (ambos sexos) y los asignó al azar a tres grupos, cada uno desarrollando una habilidad diferente. Al primer grupo le asignaron la discriminación numérica, que consiste en conjeturar rápidamente el número de puntos coloreados que aparecen en una pantalla. Al segundo grupo la tocó razonamiento relacional, la capacidad de detectar reglas y relaciones abstractas usando un tipo de rompecabezas conocidos como "Test de matrices de Raven" que son comunes en algunos tests de Coeficiente Intelectual. Al tercer grupo se le encargó tareas de percepción facial: juzgar repetidamente si dos imágenes, mostradas en una rápida sucesión, mostraba a la misma persona o no.

Vale la pena señalar que estas habilidades no requieren ningún conocimiento avanzado. Solo representan una determinada capacidad para el pensamiento abstracto, además, el reconocimiento de patrones es útil para muchos tipos de trabajo académico.

Las sesiones fueron cortas pero frecuentes, un máximo de 12 minutos durante 20 días seguidos. Después de finalizada la última, se esperó un par de meses para analizar si las habilidades se habían afirmado.


Los participantes del tercer grupo fueron los que más decepcionaron, su percepción facial no mostró casi mejoras. Sin embargo, los otros dos grupos sí mejoraron en todas sus puntuaciones. Basándose en estos resultados, los autores examinaron si las mejoras dependieron de la edad de los participantes.

De acuerdo a la teoría de que la infancia es la etapa más "plástica" para el aprendizaje, los mayores dividendos deberían estar entre los más jóvenes, de entre 11 y 13 años. Pero los que mejor puntuaron fueron los adolescentes tardíos (16 a 18 años) que mejoraron su puntaje general en alrededor del 10%, casi el doble de lo obtenido por los más jóvenes. Incluso los adultos jóvenes (21 a 26 años) tendieron a realizar mejor las tareas, sugiriendo que entre esos años existe otro período sensible.

Al menos para ciertos tipos de habilidades analíticas, la ventana de la plasticidad continúa abierta, tal vez reflejando que existen varios períodos de mayor capacidad para forjar nuevos circuitos neuronales. Si es así, la idea de que podemos tener múltiples períodos sensibles para diferentes tipos de habilidades dependiendo del desarrollo del cerebro, es correcta. Es decir, cuando se cierra una ventana, es probable que se abra otra.


Referencia:
http://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0956797616671327



Circuitos latentes del cerebro: aprender sin darse cuenta


Hace un par de meses, los medios de comunicación se hicieron eco de un hecho sorprendente que le ocurrió a un muchacho de 16 años al recibir una patada en la cabeza mientras jugaba un partido de fútbol.


Circuitos latentes del cerebro

Posteriormente al incidente, el joven Reuben Nsemoh terminó en coma y a pesar de la severidad de la lesión el chico recuperó la conciencia unos días después.
Pero lo asombroso es que Reuben, un hablante monolingüe de inglés, ahora hablaba español con fluidez. A pesar de que nunca había hablado este idioma antes de la lesión y sólo había tenido una mínima exposición al escucharlo hablar a algunos de sus amigos.

Aunque la situación de Reuben puede parecer extremadamente peculiar, su caso no es tan raro. La respuesta radica en cómo se almacenan ciertos tipos de datos en el cerebro. Existen casos en que los recuerdos se almacenan de tal manera que son inaccesibles a la conciencia, por lo tanto no pueden ser recuperados, excepto en circunstancias extremas. También hay muchos casos de "recuerdo de procedimientos", por ejemplo, gente que puede escribir una contraseña pero no puede reproducirla verbalmente.


Circuitos latentes

Si bien caso de Reuben Nsemoh no es un ejemplo de capacidad repentina para acceder a un procedimiento, lo suyo es más probable que se trate de un caso en el que los recuerdos se almacenan de una manera no totalmente eficaz.
Cuando guardamos en el cerebro el vocabulario y las reglas gramaticales de un idioma generamos nuevas conexiones neuronales, además, se depositan proteínas entre estas neuronas para lograr que se activen juntas, que es lo que sucede cuando la memoria es recuperada conscientemente.
Al aprender un idioma por primera vez, las conexiones son bastante inestables y pueden disolverse fácilmente, es decir, si no se usa el nuevo lenguaje durante mucho tiempo, las conexiones cerebrales asociadas con dicho idioma pueden ir desapareciendo, incluso por completo. Pero en otros casos, simplemente se vuelven latentes. Esto significa que las redes neuronales todavía están allí, pero la señal de una célula a otra es infrecuente o débil. En tales casos, parecerá que la persona ha olvidado el idioma.


Ocurre que cuando se produce un daño al cerebro, un gran número de células cerebrales mueren. Dichas células están llenas de productos químicos, que al derramarse, pueden excitar áreas cerebrales cercanas. Esto puede dar como resultado el despertar de los circuitos latentes del cerebro.
Reuben Nsemoh

Es muy probable que algo similar haya sucedido a Reuben. Su exposición al español de sus amigos aparentemente dio lugar a circuitos neuronales inactivos que fueron despertados por la inundación de químicos procedentes de células muertas tras el accidente. Una vez estimuladas, estas conexiones neuronales pueden haber llegado a ser lo suficientemente estables como para estimular la recuperación del idioma español en la memoria, a pesar de que nunca lo había hablado antes de la lesión.

Este tipo de casos ilustran que cuando estamos expuestos a idiomas que no conocemos, en realidad podemos aprenderlos, aunque no podamos hablarlos.
Quizás, la tarea de los neurocientíficos sería encontrar un medio para que las personas puedan acceder a este tipo de habilidades lingüísticas sin tener que pasar por una lesión cerebral traumática.


Referencias:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK10878/
http://www.livescience.com/43595-procedural-memory.html



Aprender a hablar es aprender a interactuar


Es difícil estudiar cómo los niños realmente empiezan a utilizar el lenguaje. Parte del problema es que tratamos el lenguaje como una cosa a ser estudiada independientemente de cómo se usa. Es decir, básicamente nos centramos en las palabras que los niños aprenden o la forma en que estructuran esas palabras en oraciones simples y (eventualmente) más complejas.



Otro problema es que cuando el niño comienza realmente a utilizar el lenguaje, la situación es bastante desordenada. Al principio, padres o cuidadores interactúan con el pequeño, tratan de hacer alguna actividad juntos y utilizar algunas palabras que pueda entender. También, es muy común el mostrarle objetos para que el niño los nombre. Básicamente, el lenguaje viene a ser una parte de un proceso más general.

Esto significa que estudiar realmente el desarrollo del uso del lenguaje requiere no sólo mirar las palabras que los niños están utilizando, sino también la complejidad de las interacciones entre los niños y las personas que les rodean.
Con respecto a esto último, un interesante artículo se publicó hace unos meses en la revista "Child Development" (desarrollo del niño) donde un grupo de investigadores observó a niños (de ambos sexos) durante varios años para comenzar a trazar cómo estas interacciones cambian con el tiempo.


La investigación

El sondeo consistió en observar la manera en que un grupo de pequeños interactuaba con sus madres a partir del año y medio de edad y hasta los cinco años y medio.
En cada visita, la madre y el niño jugaban a un juego que el investigador preparaba. La situación consistía en planificar varias “escenas” para que el niño jugara y en las que la madre tenía que ayudar al niño a alcanzar algún objetivo. Con el tiempo, las acciones se fueron haciendo más dificultosas, a medida que las habilidades del niño aumentaban.
Por ejemplo, en una escena, el investigador trajo varios objetos a la habitación, los colocó en un armario y volvió a salir. Entonces, la madre debía ayudar a su hijo a ocultar los objetos en un lugar diferente y luego hablar con el niño sobre los lugares donde el investigador pensaría que los objetos estaban cuando regresara a la habitación.

Algunos de los resultados fueron bastante obvios. Por ejemplo, al año y medio, la madre y el niño interactúan mucho entre sí, pero hay muy poco lenguaje hablado. Principalmente, la madre dirige las acciones del niño y ocasionalmente usa algunas palabras. Sin embargo, cuando el niño tiene 3 años, el lenguaje está profundamente arraigado en las interacciones. Casi todas las acciones tomadas por la madre o el niño se acompañan con palabras.
Un cambio interesante en el tiempo es que a edades más tempranas, las madres están realmente dirigiendo la interacción. Ellas están estableciendo una estructura para la forma en que la tarea debe realizarse, moviendo objetos y haciendo preguntas, principalmente. Pero cuando el niño tiene cinco años, la interacción es mucho más equilibrada. La madre todavía lidera, pero el niño también hace más sugerencias y recomendaciones.

Otro cambio que se produjo fue el tipo de cosas que se describieron con el lenguaje. A los tres años, gran parte del lenguaje se centra en objetos y elementos observables. A los cinco años, en cambio, hay mucha más discusión sobre las relaciones entre objetos, no solo sobre los objetos en sí mismos.

Un aspecto sorprendente del estudio es que a la edad de 2 años y medio, hay mucha variabilidad entre los niños en la cantidad de lenguaje que están utilizando y la forma que interactúan con sus madres. A esa edad algunos de los pequeños usan el lenguaje en casi todas las interacciones y éstas se tornan más complejas, en cambio, otros niños utilizan muy poco lenguaje y sus interacciones tienden a no ser tan complejas.
Sin embargo, a los 3 años y medio, casi todos los niños usan el lenguaje como principal medio de comunicación en todas sus interacciones con la madre.


Esto significa que tan pronto como los niños aprenden a hablar razonablemente bien, sus interacciones cambian inmediatamente al uso del lenguaje, y conjuntamente a esto, ocurre una mayor complejidad en dichas interacciones con otras personas.

Lo bueno de este trabajo es que se centra tanto en el uso de palabras y oraciones, como en el tipo de interacciones que los niños están teniendo con otros individuos. De esta forma, brinda una mejor comprensión de cómo se desarrolla el habla y como el niño va transformando su lenguaje y, al mismo tiempo, como lo va conectando con mejores formas de interactuar.


Referencia:
http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/cdev.12189/abstract



Perros con genes de lobo


lobo

Gracias a los avances producidos en la genética, ahora es posible examinar las razas de perros de una manera totalmente nueva. No sólo se puede determinar las especies ancestrales silvestres de las que nuestros perros son descendientes, sino que también es posible establecer una línea de tiempo que permite ver lo cerca que está una determinada raza del lobo primitivo del cual evolucionó. Esto se hace mediante un análisis llamado cladograma genético. Un cladograma es una especie de árbol genealógico evolutivo, con distintas ramas representando razas o especies caninas.

Este tipo de análisis muestra que hay una serie de razas de perros que evolucionaron directamente a partir de lobos primitivos y se han mantenido relativamente sin cambios desde la separación. Dichas razas son muy diferentes a las razas más modernas, que son producto de prácticas de cría controlada desde hace cientos de años. Si nos fijamos en el cladograma de abajo podemos ver que cercanas al lobo antiguo tenemos una serie de razas asiáticas: los Shar-Pei, Shiba Inu, Chow Chow y Akita. Un perro africano, el Basenji. Algunos derivados del Spitz, como el Husky Siberiano y el Malamute de Alaska y otros originarios de Medio Oriente, como el afgano Hound y el Saluki.
Todas las demás razas son más recientes, surgieron bastante más adelante y están lejos de su antepasado lobo primitivo.

razas de perros

Lobos y perros

Los temperamentos de lobos y perros son muy diferentes. Una de estas diferencias radica en la incapacidad de los lobos de formar apego con los humanos.
Varios estudios han demostrado que incluso un lobo criado desde muy pequeño por una persona, de adulto no mostrará el mismo comportamiento afectivo que un perro domesticado. Incluso los investigadores coinciden en que las razas de perros que están genéticamente más cerca de los lobos muestran menos afecto por las personas.

En este sentido, un equipo de investigación del Departamento de Ciencia Animal y Biotecnología de la Universidad de Azabu (Japón) y de la Universidad de Pennsylvania (EEUU) realizaron un amplio estudio que abarcó datos de casi 3 mil propietarios de perros en Japón y más de 10 mil en Estados Unidos. Para tal sondeo, se dio a cada dueño el cuestionario estándar C-BARQ (Canine Behavioral Assessment and Research Questionnaire) que mide una variedad de características del perro, incluyendo la agresión, afecto, apego, nivel de obediencia, etc.


Los investigadores encontraron que el apego y los comportamientos prosociales de las razas antiguas fueron diferentes a las puntuaciones de cualquier otra raza de orígenes más actuales. Al igual que los lobos domesticados, las razas de perros más primitivas mostraron un bajo nivel de afecto y perecen ser más emocionalmente indiferentes a los seres humanos con los que viven.

Según los autores del estudio, dichos datos nos brindan evidencias sobre la forma en que la domesticación de perros, y el desarrollo de las distintas razas, podrían haber ocurrido. Esto se debe a que, a pesar de la falta de apego que muestran estas razas, también es cierto que las reacciones agresivas y los niveles de miedo que demuestran hacia los humanos son relativamente bajos. Por lo tanto, esto sugiere que la domesticación de nuestros perros pudo haber implicado un proceso de dos etapas, la primera que incluyó la selección y cría de perros de baja agresividad y mínimas tendencias temerosas para ayudar al hombre en múltiples propósitos. Sólo más tarde, en la segunda etapa de domesticación, los seres humanos empezaron a prestar atención a los comportamientos porsociales y comenzaron a criar perros que mostraban comportamientos de más búsqueda de atención y apego hacia las personas.


Referencia:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26680442



La respiración incide en la memoria y en ciertos comportamientos


Algunos descubrimientos ocurren por casualidad. Esto fue lo que le sucedió a un grupo de neurólogos del hospital Northwestern Medicine (Chicago) que hallaron que el ritmo de la respiración crea una actividad eléctrica en el cerebro humano que influye en, por ejemplo, juicios emocionales y recuerdos.
Estos efectos dependen críticamente de si la persona inhala o exhala, y si respira por la nariz o boca.


respiración nasal

En el estudio, las personas fueron capaces de recordar mejor un objeto si se les mostraba durante la inhalación que durante la exhalación, también eran capaces de identificar mejor distintas emociones faciales al momento de inspirar, que al momento de expirar. Dicho efecto desaparece totalmente si se respira por la boca.


La investigación

Los médicos descubrieron estas diferencias en la actividad cerebral mientras estudiaban a siete pacientes con epilepsia que estaban programados para una cirugía cerebral. La semana previa a las intervenciones, un cirujano implantó electrodos en los cerebros de los pacientes con el fin de identificar el origen de las convulsiones. Esto permite adquirir datos electrofisiológicos directamente de sus cerebros.
Lo que hallaron fue que las señales eléctricas registradas mostraron que la actividad cerebral fluctuaba con la respiración. Dicha acción ocurre en áreas cerebrales donde se procesan los recuerdos, las emociones y los olores.


Este descubrimiento llevó a los científicos a preguntarse si las funciones cognitivas típicamente asociadas con estas áreas cerebrales –en particular el procesamiento del miedo y la memoria- también podrían verse afectadas por la respiración.

La amígdala está fuertemente ligada al procesamiento emocional, en particular a las emociones relacionadas con el miedo. Así que los científicos pidieron a unas 60 personas que tomaran decisiones rápidas sobre expresiones emocionales mientras registraban su respiración. Al mostrarles imágenes de caras con expresiones de temor o sorpresa, los individuos debían indicar, lo más rápidamente posible, la emoción que expresaba cada rostro.

Cuando se observaron las caras durante la inhalación, las personas reconocieron los rostros temerosos más rápidamente que cuando se miraban las caras durante la exhalación. Pero no ocurría lo mismo con las caras que expresaban sorpresa. Dichos efectos disminuyeron cuando los individuos realizaban la misma tarea mientras respiraban por la boca. Por lo tanto, el efecto fue específico para estímulos temerosos sólo durante la respiración nasal.

En un experimento posterior dirigido a evaluar la función de la memoria (vinculada al hipocampo) las mismas personas observaron imágenes de objetos en una pantalla de ordenador y se les dijo que los recordaran. Más tarde, se les pidió que mencionaran esos objetos. Los investigadores encontraron que recordaban mejor si las imágenes se veían durante la inhalación.

Estos resultados implican que una respiración rápida puede conceder una ventaja cuando alguien se encuentra en una situación de peligro. Es decir, ante un contexto de alto riesgo, el ritmo de la respiración se hace más rápido, como resultado, gastaremos proporcionalmente más tiempo inhalando que cuando estamos en un estado de calma. Por lo tanto, la respuesta innata de nuestro cuerpo al miedo con una respiración más rápida, podría tener un impacto positivo en la función cerebral, y dar lugar a tiempos de respuesta más rápidos ante estímulos peligrosos en nuestro entorno.


Una de las principales conclusiones del estudio es que hay una diferencia dramática en la actividad cerebral durante la inhalación en comparación con la exhalación. Se ha descubierto que cuando inspiramos estamos estimulando neuronas en la corteza olfativa, la amígdala y el hipocampo, a través del sistema límbico.

Otra connotación potencial de esta investigación se encuentra en los mecanismos básicos de la meditación o ejercicios relajantes de respiración. Cuando se inhala se están, en cierto modo, sincronizando las oscilaciones cerebrales a través de la red límbica.


Referencia:
http://www.jneurosci.org/content/36/49/12448



No es cierto que el color rojo aumente el atractivo de las mujeres


En los últimos tiempos, uno de los consejos más respaldados por estudios para mujeres que estén buscando pareja, es que usen ropa roja. Algunas investigaciones, la mayoría de ellas con hombres que calificaban la apariencia de las mujeres, habían demostrado que la vestimenta de color rojo aumentaba el atractivo de ellas.
Las razones, se decía, que debían buscarse en nuestro pasado evolutivo (el rojo en el reino animal indica a menudo interés sexual o disponibilidad), esta idea estaba complementada con connotaciones culturales que vinculan al rojo con la pasión y el sexo.


vestido color rojo

Sin embargo, un equipo de investigadores holandeses e ingleses acaba de publicar en la revista "Evolutionary Psychology" que realizaron tres intentos a gran escala de replicar el efecto del rojo en el atractivo femenino, y los tres experimentos fallaron. El efecto del rojo no aumentó el atractivo en las mujeres en absoluto.

La simple imagen de que el rojo aumenta el atractivo, especialmente a los ojos de los hombres, ya había sido puesta en duda en un estudio publicado a principios de este año donde se demostró que, en realidad, los hombres no daban mejores propinas a las camareras vestidas de rojo, comparado con otros colores.


La investigación

Para los nuevos estudios, un grupo de psicólogos de la Universidad de Ámsterdam preguntaron a 206 estudiantes (todos heterosexuales excepto dos que se describieron como bisexuales) que juzgaran el atractivo de mujeres en una web de citas. Las mismas mujeres fueron mostradas usando una camisa roja, negra y blanca.
Los autores les solicitaron a algunos de los participantes que puntuaran a cada mujer en el contexto de una relación casual, de una sola noche. En cambio a otros en el contexto de una búsqueda de pareja a largo plazo.


Independientemente del contexto, las mujeres no fueron calificadas como más atractivas o sexualmente deseables cuando llevaban rojo. Además, los hombres dijeron que el color de la ropa era el factor menos significativo en sus juicios. En un segundo intento de replicación, los mismos resultados también se encontraron en una muestra de casi 200 hombres heterosexuales británicos.

A continuación, los investigadores intentaron una replicación más espontánea reclutando hombres directamente de la página de citas. Consiguieron que 433 individuos participaran del nuevo sondeo (una muestra 17 veces mayor del estudio que aseguraba que el rojo aumentaba el atractivo de las mujeres). Sin embargo, otra vez, los hombres no calificaron la receptividad sexual de las mujeres de manera diferente cuando estaban vestidas de rojo, que cuando estaban vestidas de otro color. Y esto se mantuvo igual a través de las diferentes edades, grupos sociales, razas e independientemente del estado sentimental actual del participante.

Estos nuevos estudios con resultados diferentes plantean la posibilidad de que haya habido un sesgo femenino en investigaciones anteriores, que provocaron los resultados positivos. Por ejemplo, que el rojo podría inducir a la mujer a comportarse de manera más coqueta, ya que se percibe a sí misma con una intención sexual más fuerte. De cualquier manera, aseguran los autores, si el color rojo tiene realmente un efecto sobre las preferencias masculinas, seguramente sea insignificante.


Referencias:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S002210311100299X
http://evp.sagepub.com/content/14/4/1474704916673841.full



Muchos de los genes que influyen en la personalidad también inciden en nuestra salud mental


genes personalidad

Gracias a estudios realizados en familias y gemelos sabemos que nuestra personalidad es heredada en alrededor del 40%. Los genetistas han hecho trabajos para encontrar las variantes genéticas específicas involucradas, pero debido a que cada una por sí sola ejerce una influencia modesta, este tipo de investigaciones no son nada fáciles ya que requieren de muestras enormes.

Un nuevo estudio ha hecho una contribución significativa, utilizando la técnica "Genome Wide Analysis" (análisis completo del genoma) un grupo de investigadores de la Universidad de California rastreó variantes genéticas que se correlacionaran con la personalidad. En total, se identificaron variaciones de seis marcadores genéticos que se relacionan con diferentes características de rasgos de personalidad, de los cuales cinco eran previamente desconocidos.
En un análisis separado, los autores del estudio también demostraron que muchas de las variantes genéticas involucradas en la personalidad se superponen con niveles de riesgo de desarrollar trastornos mentales.


La investigación

Los investigadores analizaron los genomas de cientos de miles de personas, incluidos clientes del sitio 23andme, un servicio que brinda información a personas sobre sus ancestros basados en su ADN, muy útil para este estudio, ya que la compañía también solicita a sus clientes completar cuestionarios que involucran datos de su personalidad.
Entre los biomarcadores identificados vinculados con la personalidad, el más influyente era el correlacionado con el neuroticismo, que está en el cromosoma 8 (específicamente 8p23.1) que se sabe que está involucrado en la formación del sistema nervioso y en el desarrollo de la ansiedad y la depresión.
Otro rasgo fuertemente relacionado fue la extraversión, que está vinculada con una región del cromosoma 12 (específicamente 12q23.3) que también se ha destacado en la investigación genética debido a su influencia en el trastorno bipolar.

Los investigadores también compararon las correlaciones de genes y personalidad en los registros del Consorcio de Genética Psiquiátrica (Psychiatric Genomics Consortium) una organización que reúne a investigadores de todo el mundo para realizar análisis a gran escala de datos genómicos. Los nexos genéticos entre la personalidad y la salud mental fueron sustanciales, es decir, muchas influencias genéticas en la personalidad también estaban implicadas en el riesgo de desarrollar diversos trastornos psiquiátricos.


Los hallazgos genéticos coincidieron en gran medida con este cuadro, por ejemplo, en términos de influencias genéticas compartidas, los rasgos de alta creatividad, trastorno bipolar y esquizofrenia tendieron a agruparse, al igual que el neuroticismo y la depresión, y la extraversión y el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad).

Otra prueba que los autores hicieron fue estimar la heredabilidad genética para cada uno de los rasgos. Basados en un análisis de más de un millón de variantes genéticas presentes en los 59 mil clientes de 23andme, los investigadores encontraron que la extraversión fue el rasgo más fuertemente heredable, con un 18% de variación. Seguido por el neuroticismo con el 11%, la franqueza con el 10%, la escrupulosidad con el 9% y la amabilidad con el 8%.
Cabe destacar que estas cifras corresponden exclusivamente a heredabilidad genética, no a la forma en que los genes interactúan con el medio ambiente.

La ciencia recién está comenzando a entender la genética de la personalidad y su relación con la salud mental. Si bien estos hallazgos son importantes, sólo son una pequeña pieza en un rompecabezas genético que en un futuro podría contribuir a tratar más eficazmente algunos trastornos psiquiátricos.


Referencia:
http://www.nature.com/ng/journal/vaop/ncurrent/full/ng.3736.html



¿Cuán temprano podemos identificar a un niño con rasgos psicopáticos?


Dijo una vez el filósofo John Locke que todos nacemos como "pizarras en blanco" y que cualquier escritura sobre estas pizarras que ocurra en los primeros años de vida, puede ser modificable. También el psicólogo William James aseguraba que la personalidad no se terminaba de definir hasta casi los 30 años.
Sin embargo, una reciente investigación de la Universidad de Michigan sugiere que los primeros signos de psicopatía pueden ser vistos en niños de tan solo dos años.


familia

Con respecto al comportamiento de algunos adultos con tendencias antisociales o psicopáticas, muchas personas dicen "se veía venir" citando ejemplos de dicho individuo durante su infancia tales como intimidar a otros niños, agredir a animales o cometer pequeños hurtos. Sin embargo, tal teorización se hace generalmente de manera retrospectiva. Sería mucho más interesante predecir la psicopatía en la edad adulta mediante observaciones en la infancia, para de esa forma intentar rectificar dicho comportamiento.

Para aclarar el significado de la psicopatía, la mayoría de las definiciones se basan en el modelo de Robert Hare, que distingue entre dos factores:

Factor1: Falta de empatía, afecto superficial, manipulador.

Factor 2: Incapacidad de demostrar remordimiento y sus comportamientos asociados (impulsividad, criminalidad).

Ambos factores pueden ser evidentes en la infancia, pero ¿cuán temprano?
Para responder a esta pregunta, los investigadores aprovecharon un conjunto de datos de una muestra que siguió a 731 niños a partir de los dos años y a sus padres, este seguimiento se extendió por nueve años y medio. Los investigadores se centraron en la clasificación CU (Callous Unemotional) un índice que mide los rasgos de insensibilidad, falta de empatía y carencia de emociones.

El equipo de investigadores solicitó a madres, padres y otras personas cercanas a los niños que clasificaran sus comportamientos a través de cinco ítems que forman parte de la tabla DC:

a.) El niño no se siente culpable después de un mal comportamiento.
b.) El castigo no cambia su comportamiento.
c.) El niño es egoísta, no comparte.
d.) El niño miente frecuentemente.
e.) El niño tiende a actuar solapadamente (comportamiento furtivo).


Los resultados

Los resultados revelaron que los niños que a los tres años de edad tenían una alta calificación en la escala DC, desarrollaron más adelante significativos problemas de conducta. Incluso las calificaciones DC de las madres de hijos de dos años ya fueron suficientes para predecir problemas de conducta posteriores. En el caso de cuidadores y maestros, los datos aportados a los tres años de edad ya se convirtieron en predictores fiables.


La respuesta a la pregunta sobre qué tan temprano se puede descubrir una psicopatología, parece ser casi tan pronto como la personalidad del niño empieza a surgir. Esto comienza a ser detectable a partir de los dos años de edad para los padres (especialmente para la madre) y a los tres años para otras personas cercanas al niño.

Los autores creen que estos hallazgos pueden tener valor preventivo cuando los niños muy pequeños son identificados como de cierto riesgo a desarrollar una psicopatía. Padres y tutores pueden tomar medidas para ayudarles a desarrollar maneras más prosociales, positivas y emocionales de relacionarse con los demás. Pero como señalan los investigadores, estas medidas se deben llevar a cabo en todos los ámbitos. En estos casos, es necesario tener en cuenta las características parentales, las prácticas de cuidado y el ambiente familiar para identificar los factores de riesgo. De esta forma se podrían maximizar las probabilidades de superar los rasgos de personalidad que ocasionarán problemas más adelante.


Referencia:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27056607



La importancia de saber que las personas pueden cambiar


Los seres humanos tenemos una clara tendencia a etiquetar a las personas por determinadas características que puedan mostrar. Pensamos en un individuo en particular como un nerd, un músico, un atleta, etc. Si bien estas etiquetas pueden ser un reflejo razonable de quiénes son ahora, también llevan una creencia errónea que dicho comportamiento refleja la esencia de la persona.


persona

Recuerdo haber visto una viñeta en un periódico en la que había dos presos sentados en una celda y uno le decía al otro "no eres un asesino, eres una persona que asesinó a otra persona". Más allá del toque de humor negro, dicha caricatura tenía algo de razón, porque al ser llamado asesino, se percibe como que es algo esencial al individuo.

Cuando alguien te trata mal, lo tomas como evidencia de que es una mala persona, y no como algo del momento o que ese comportamiento podría ser circunstancial. Sin embargo, la realidad marca que la personalidad y los rasgos de conducta de la gente son menos fijos de lo que pensamos y que estos cambian con el tiempo.


Cambios e investigación

El tema del que estamos hablando fue abordado a través de una investigación realizada por el profesor de psicología cognitiva de la Universidad de Texas, David Yeager conjuntamente con un grupo de colegas. El estudio examinó las correlaciones entre la creencia de si determinados rasgos de un individuo son fijos o variables y el estrés en estudiantes de secundaria (14 – 15 años) durante el transcurso de un año escolar.

Al comienzo del año, los estudiantes recibieron un breve cuestionario que evidenciaba la creencia de cada uno en el sentido de si la personalidad de las personas era inalterable o podía cambiar.
También se les realizó una prueba de su reacción ante una exclusión social. Esta prueba se realizó mediante un juego en red llamado "Cyberball", que consiste básicamente en pasarse una pelota entre individuos que están jugando desde distintos ordenadores. El juego estaba programado para que el estudiante que era parte de la investigación fuera excluido por los demás a los pocos minutos de comenzado, es decir, no le pasaban la pelota. Posteriormente a esto, los jóvenes debían calificar lo entretenido que había sido el juego, obviamente aquí los autores lo que estaban midiendo era el nivel de estrés de los estudiantes.

Finalmente, al terminar el año escolar, los participantes realizaron distintos cuestionarios que les informaban a los investigadores los niveles de estrés de la persona. También se les hicieron pruebas de salud física y además se analizaron las calificaciones estudiantiles de fin de curso.


Los resultados marcaron que los participantes que tendían a pensar que las personas pueden cambiar, se sintieron menos afectados al ser excluidos mientras jugaban al Cyberball. Además, sus niveles de estrés eran menores, su salud física era en general mejor que quienes percibían a la conducta como fija y, en promedio, presentaban mejores calificaciones al final del año.

Estos estudios plantean la posibilidad de que si los niños fueran entrenados para pensar que las características de la personalidad pueden variar a lo largo del tiempo, entonces podrían tener mejores calificaciones en la escuela.
¿Por qué esta idea podría funcionar? Los análisis estadísticos sugieren que creer que la personalidad puede variar conduce a una menor reacción a la exclusión social. El hecho de reaccionar con menos intensidad a la exclusión tiene efectos positivos en cascada a lo largo del tiempo, principalmente reduce los niveles de estrés y también tiene un impacto positivo en el rendimiento escolar.
En líneas generales, aquellos estudiantes que creen que el desempeño y comportamiento pueden cambiar, superan de mejor manera las dificultades académicas. Asimismo, los individuos con esta misma característica son más propensos a trabajar en recuperar la confianza después de haber tenido una mala experiencia con otra persona.

En última instancia, es importante darse cuenta que no se debe definir completamente a la gente durante toda su vida por su comportamiento pasado o actual.


Referencia:
http://psycnet.apa.org/journals/psp/106/6/867/